Tu cena perfecta


Hacía unos días que no salíamos a cenar fuera, ese día me empeñé en que quería ir a un restaurante de moda que había junto al muelle. Era un restaurante donde ofrecían pescado fresco acompañado de una excelente carta de vinos y buena música. Ya os imagináis, un sitio fino y elegante, así que no podía llevar a mi puta con restos de mi flujo en la cara. Le dejé que se pusiese un traje y cuando nos íbamos le pinté los labios de rojo. Tengo mis manías que no voy a cambiar por ir a ningún restaurante pijo. Al vernos llegar el maître nos miró raro, no dejaba de mirar a mi puta y sus labios rojos. Se ve que a él también le volvían loco. Pedí para los dos cosas diferentes y es que me gusta probarlo todo. Como era un sitio fino a cada plato nos daba la explicación de lo que llevaba, como lo habían hecho y todo ese rollo. 

Nada más empezar, en los entrantes nos sacaron unas vieiras con una emulsión de wasabi y unos polvillos de panceta curada en polvo. Me lo llevé a la boca y lo saboreé, estaba bastante bueno y era un acierto esa mezcla de sabores, miré a mi puta a los ojos mientras me descalzaba y con mi pie le iba rozando la pierna. Lo subía poco a poco hacia sus muslos hasta llegar a la entrepierna. Puse su vieira en mi mano y le dije que la comiese de ahí. Dudó, ya con traje se pensaba que había dejado de ser mi puta. Apreté mi pie contra su polla que se puso dura de repente. ¡Come! Le extendí mi mano y se puso a comer de ella como un perro come de la mano de su dueña. Sonreí. A cada plato que nos sacaban le hacía comer de una parte de mí, del brazo, de las piernas,  de la boca. La gente estaba escandalizada y eso a mi me encanta. Antes de llegar al postre ya nos habían echado del restaurante. Mi puta llevaba una gran erección y mi coño estaba tan húmedo que se podía navegar en él.

Al llegar a casa desnudé a mi puta. Me he quedado con ganas de postre. Le pinté el cuerpo con helado que iba lamiendo y chupando de él. Mi puta se estaba quieta, su respiración cada vez era más fuerte. Empujé a mi putita a la cama y empecé a rozarme con él. Me desnudé, le cogí la mano y la pasé por mi coño arrastrando en sus dedos un poco de la cantidad de flujo que había echado en la cena. Con su mano cogida por la mía se la llevé a la boca para que lamiera mi flujo. Él estaba desatado quería cogerme, follarme, lamerme, le tuve que dar unos cuantos de bofetones para que se tranquilizase. Le metí el pie en la boca y su lengua empezó a chuparme todos los dedos, la pasaba entre ellos, me los babeaba, gemía, a cada gemido me excitaba más, el sonido de sus saliva entre mis dedos me ponía a mil. Lo miré lamerme el pie con tal devoción que le dije ¡Putita ahora estás teniendo tu cena perfecta!



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Empieza el 7 de junio - hasta el 28 de junio

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