Tardes de verano
Como hacía buen tiempo y no sabía exactamente que hacer me fui a dar una vuelta por la costa, el lugar era precioso, no quise ir a la playa, estaba en modo autista y no quería interactuar con nadie. Me llevé a mis perros para que corretearan un rato. Rocky iba persiguiendo a las gaviotas y Nala iba olisqueando todo. Me daba miedo que se cayeran porque a la que me di cuenta había un acantilado bastante alto. El sonido de las olas en las rocas y el graznido de las gaviotas era relajante, sobretodo porque no escuchabas a niños correteando ni a mamás gritando como locas. Es lo que odio del las playas, eso y que siempre hay un cerdo que te escribe para ver si quieres sexo. Si quisiera sexo no estaría tomando el sol, capullo.
No sé como ni de que manera acabé pisando a un chico que estaba tumbado en el suelo, entre la hierba. Vale, lo de pisar es algo que me encanta, no lo voy a negar, pero me caí encima de él y nos revolcamos por la hierba como si estuviésemos rodando un anuncio romántico de seguros. No me gusta revolcarme con desconocidos a no ser que yo quiera. Me levanté como pude e increpé al muchacho. ¿Que coño haces aquí tumbado? lo miré y me di cuenta que estaba muy bien, igual estaba siendo un poco brusca. Cambié mi rostro y puse carita de buena e inocente. Me dijo que estaba fotografiando las gaviotas, que le gustaba el contraste de la hierba con el cielo y al fondo las gaviotas volando. La verdad, es que el chico parecía que tenía idea de lo que hablaba y además usaba una buena cámara. Sonreí. Mis perros vinieron ladrando y Rocky empezó a morderle los pantalones. Les dije que se callasen, se callaron pero Rocky se meó en la pierna del chico. El chico no sabía que hacer. Me disculpé aunque me entró la risa, le dije que lo mejor sería que se quitase los pantalones, yo tenía en el coche algunas ropas de mi puta que igual podían servirle. Me miró extrañado.
Se quedó sin pantalones entre la hierba mientras yo iba a por una faldita y unas bermudas naranjas que se había dejado en el coche mi puta. Bueno, la verdad es que se las quité porque desnudo estaba más guapo, pero eso es otra historia. Cuando volví le di la falda, el chico me dijo que eso era de chica. Le comenté que si quería las bermudas de mi puta se lo tenía que ganar. No voy dando bermudas así porque sí. Me preguntó que era lo que tenía que hacer. Le dije que debía pajearse y correrse en cinco minutos, ni más ni menos y sin reloj. Yo lo estaría cronometrando si se corría exactamente cuando hagan los cinco minutos le daría las bermudas, si lo hacía más tarde o más pronto no. Como soy buena persona le di un margen de error de diez segundos. El chico me miró con cara de estar loca pero bajo los boxers la polla se le puso dura.
Cogí su reloj y me puse a contar. Uno, dos,... tres,... ¡ya! El chico empezó a pajearse, trataba de llevar la cuenta en su mente, yo miraba el reloj y le miraba la polla. Me estaba empezando a poner cachonda. El chico sudaba, creo que perdió la cuenta, trataba de ir más lento, pero estaba tan cachondo que gemía como un cerdo. Para volverle un poco más loco me metí la mano bajo mi faldita y me toqué el coño húmedo. Saqué los dedos y se los enseñé, estaban llenos de flujo. El chico se corrió al instante cuando vio como me los llevaba a la boca. Es una pena guapo no has pasado la prueba, cuatro minutos con quince. Le tiré la falda a la cara. Esto es tuyo ahora. Se la puso, no le quedaba mal. Le dije que me hiciese una foto así se acordaría siempre de que no es capaz de aguantar ni cinco minutos sin correrse.
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