Jamón del bueno

Como hay que mantener la distancia de seguridad, no hay mejor manera de hacerlo que aislarme del mundo, por eso me fui de acampada. Iba súper equipada y yo sola no podía con todo. Pensé en dejarme la mitad de la cosas en el coche e ir haciendo viajes para coger unas pocas cosas cada día. Eso no era opción porque yo quería andar por la montaña, no de camino a mi coche. Pasó un chico que iba con mochila, me saludó y me preguntó que si me ayudaba en algo ya que me veía muy cargada. Le dije que sí que me venia genial su ayuda y le di mi tienda de campaña y unos cuantas cosas más. Él se interesó en saber por donde tenía idea de acampar, le dije que no sabía pero quería encontrar un sitio bonito. El chico  me dijo que él estaba acampado cerca del mar y había unas vistas estupendas. El muchacho que era muy amable me invitaba a acampar con él. Al principio lo miré con recelo pero luego comprendí que mejor estar acompañada y ese chico no parecía un violador peligroso. Era más bien tirando a graciosete, sus chistes eran malos pero eso de momento no es un delito, así que me fui con él a acampar.

Cuando llegamos al campamento me fijé que estaba muy bien montado, parecía que llevaba unos días allí, tenía hasta una hoguera con comida que se iba cocinando con las brasas. Había hasta una pata de jamón, jamón del bueno. Este chico estaba empezando a parecerme interesante. Lo miré y era bastante guapo, pensé que quizás sin esa ropa de montañero estaría mejor. Estábamos bromeando y hablando de comida. Abrí una de las cacerolas que había y metí mi dedo, lo pringué con la salsa y me lo llevé a la boca mirándole fijamente, sí, lo chupé como si chupara un micropene con cara de viciosa. El chico se puso nervioso. Me acerqué a él y volví a meter mi mano en la comida, esta vez un par de dedos. Los llené bien de salsa y se los acerqué al chico a la boca y los chupó. Los chupaba muy bien, seguramente comería igual de bien las pollas. Le metí los dedos bien dentro de la boca mientras me acercaba él y rozaba mi coño con su polla. Él se empezó a poner duro. Le metí un poco de guisado en la boca con mis propios dedos y él los chupó. Se estaba poniendo cachondo y yo más. Le quité la camisa y los pantalones. Tenía buen cuerpo. Le apreté el culo con fuerza y lo azoté con mi mano. Quiero que te pongas esto. Saqué un vestido de tul rosa de la mochila. Él miró extrañado pero estaba tan cachondo que supongo le daba igual. Se lo puso. 

Le apreté las tiras del vestido y le puse un lazo como si fuera una muñequita. Estaba ya cachondísima. Le apreté las mejillas ejerciendo presión mientras lo incitaba a arrodillarse. Te voy a alimentar muñequita mía. Le escupí y le abofeteé la cara. ¡Quieta ahí! Y no se movió mientras yo cortaba un plato de jamón de bueno. Me acerqué a él con unas lonchas de jamón entre los dedos y se las puse delante de la boca. Come. Él acercó su cara y cogió la loncha entre sus labios. Empujé la lonchita al interior de su boca haciendo que me chupara los dedos de nuevo. Él me acariciaba las piernas mientras yo le iba dando los cortes de jamón. Lo miré a los ojos y me metí un trozo de jamón en la boca, lo mastiqué, se lo eché en su boca como si fuera mi polluelo y le cerré la boca para que masticase. Él echó mano a mi culo y me atrajo hacia él. No guapo,  tu ya eres mi muñequita ahora harás lo que yo te diga. Le aparté las manos de mi culo y le seguí alimentando, que era lo que me apetecía.

 


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