Una simple ama de casa

 Últimamente había dejado un poco de lado mis obligaciones en el club con tanto viaje para realizar nuevos trabajos. Mi vida era mucho más ajetreada y no tenía tanto tiempo para perder tomando copas en la barra del pub. Ese día saqué un hueco para pasarme por Akelarre y tomarme unas copas, nada más entrar vi una mujer rubia con pinta de simple ama de casa, bajita, con gafas que me estaba mirando. Llevaba un abrigo marrón y por lo que me di cuenta estaba algo cohibida. Me llamó la atención que sus gafas estaban empañadas y no veía bien lo que pasaba a su alrededor. Mientras una camarera me servía un gintonic la mujer se acercó a la barra. ¿Vienes mucho por aquí? No te había visto. La mujer dijo que era la primera vez, había entrado porque hacía mucho frío fuera y pensaba que aquí podría tomar un café caliente, pero se estaba dando cuenta que se había equivocado de sitio. Sonreí. Si tienes frío aquí te podemos calentar, le dije. Le pedí al camarero un café largo para la mujer, ya que venía muerta de frío. Me acerqué a ella y le quité las gafas empañadas para verle los ojos. Se puso algo nerviosa. Estás guapísima sin gafas, tienes unos ojos grandes y expresivos, pero las gafas te dan un toque que me gusta. Le volví a colocar las gafas mientras la miraba fijamente. Ella sonrió nerviosa. En el local había varias esclavas desnudas bailando, un cerdo ordeñándose mientras las miraba y llenando el deposito de lefa, además de varios Amos con sus sumisas. 

Mientras la mujer bebía el café yo le daba conversación. Me encendí un cigarro y le eché el humo a la cara. ¿Has llevado alguna vez collar? ella dijo que sí, que tenía muchos. No bonita, de esos no. Le señalé el collar de una de las perras, su Amo tiraba de una cadena con fuerza. No, de esos no. Miré su cuello y acerqué mi mano para acariciarlo suavemente. Es una pena, porque estarías preciosa con uno. Saqué una de las correas de mis perros y la acerqué a su cuello. Así te sentirás más integrada, le dije mientras se la colocaba. La mujer tenía la respiración agitada y sus gafas volvían a empañarse. Bajé mis manos por el abrigo y se lo quité. ¿Todavía tienes frío? llevaba una blusa finita y sus pezones luchaban por salir de allí. Los cogí entre mis dedos y los acaricié mirándola fijamente a los ojos, ella gimió. Su gemido me excitó y los retorcí con fuerza, la mujer lejos de protestar emitió un sonido de placer. Uhmmm... veo que eres toda una perra, te gusta que te retuerzan los pezones, que engañada me tenías con esa ropa de ama de casa de los noventa. Le arranqué la blusa y de un fuerte tirón le bajé la falda también. Se quedó en ropa interior en mitad del club, ya no llamaba la atención. Acaricié su coño con mis dedos, estaba húmedo. Apreté sus pechos entre mis manos, sus pezones llevaban unos piercings listos para retorcerlos. La ama de casa había resultado ser una viciosa con tatuajes y piercings. La agarré del pelo y me la llevé al baño, su cuerpo era menudo pero bien proporcionado. Até una cuerda en él como si fuera un arnés, apreté sus pechos con ella. La mujer estaba cachonda y su coño chorreaba un hilo de flujo. Pasé mis dedos por él y le metí en la boca los dedos manchados de su propio flujo.

La mujer chupo como si chupara una polla, se ve que estaba necesitada de una. Le di dos bofetones y me alejé a por una cadena. Até sus pies con ella. Apenas podía caminar, me recordaba a las geishas, andando con pasitos pequeños. La até al lavabo mientras me senté a orinar. Ella me miraba detrás de sus gafas empañadas. Yo descargaba mi orina en el wc. Seguro que también te gusta que te meen ¿verdad maruja? Ella se quedó callada. ¿Si o no? sí, dijo. Me levanté y llevé mi coño hacia su cara. ¡Lame! ella lamió secándome el coño mientras yo la miraba desde arriba. Ya vale, cerda. La aparté de él y la vestí con su abrigo. Me gustaba verla así, con ese aire de maruja viciosa. No creas que beberás directamente de mí zorrita, nos acabamos de conocer, mi líquido dorado no es para cualquiera.  Pero puedes probar lo que hay ahí dentro. La mujer se puso de rodillas y se acercó al wc que yo había usado. ¡Venga demuestra lo cerda que eres! estiré de su cadena mientras apoyaba mi pie en su culo. ¡Bebe! apreté mi tacón y la mujer se lanzo a beber del wc como las perras beben agua, a lametones. Me excitaba verla lamer de esa forma el wc, le di un tirón fuerte  de nuevo. Ya está, ya has demostrado lo cerda que eres.

 

 

 

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