Que difícil es educar
La vida te lleva por caminos que nunca pensarías. Yo que era una fashion victim de repente me encontré un día educando a una especie de adolescente que usaba camiseta de Bob Esponja. No sabía nada acerca de educar adolescentes que tienen bombas atómicas por hormonas. Mi única referencia como educadora era la de educación canina, tenía amplia experiencia educando perros. Un jovencito no debía ser tan difícil. Estaba solo en el mundo, no tenía padres, ni hermanos, ni hermanas, ni tías, ni siquiera tenía cuñados claro. En este mundo es raro, te sale familia por todos lados, pero el chico estaba solo. Sin saber ni como ni porqué me lo llevé a casa. Me convertí en madre sin haber sufrido un embarazo, fue lo mejor que me pudo haber pasado, me ahorré los kilos de más, las estrías, los lloros y sobretodo me ahorré los bebés mesh. Éramos una familia normal, mami, hijo y perros. Yo lo llevaba todos los días a sus actividades, sus amigos me miraban con ganas de follarme, yo les sonreía para que así se pajeasen felices en su casa. Me imaginaba que cuando se corrían se les explotaban los granos al tiempo que se les explotaba la polla. Tengo una imaginación muy mala, lo sé.
Me avisaron que lo habían visto por un parque haciendo unos grafitis con sus amigos. Me reí, pensaba que se estaba drogando, pero me había salido artista el niño. Lo llamé y no me cogía el teléfono. Eso si que me cabrea. Yhesy vas a tener que ir porque a la mínima te llaman a asuntos sociales. Aparecí en el parque con mis taconazos, lo vi y fui directa hacía él. Sus amigos me miraron de arriba abajo, la verdad iba divina con un mono ajustado negro brillante que me marcaba todas mis curvas. Lo cogí del pelo y le di un tirón fuerte para apartarlo del grupo de adolescentes con granos. ¿No has visto mis llamadas? él protestaba. Cuando te llame lo coges, siempre. ¿Entendido? mi niño asintió. Me dijo que no lo haría más. Le estaba riñendo y estaba escribiendo por whatsapp a alguien. Le di una torta (mis métodos educativos no son los más recomendables, lo admito). A mí se me presta atención. Él agachó la cabeza. ¿Quien es está? le llegó un mensaje de una chica. No sé, mami. ¿Estás mandando fotos guarras a una chica? El chico se ruborizó. Le volví a dar otra torta y le quité el móvil. Miré la conversación y le escribí "lo siento ha venido mi novia". La chica empezó a insultar. Hay algunas que pierden enseguida los papeles. Como no tenía bolsillos en la ropa, me puse el móvil entre los pechos.
Él empezó a mirarme los pechos, miraba el móvil, pero poco a poco vi como se iba ruborizando. Me sentí algo cohibida por su mirada, no me estaba mirando el móvil, sentí que se fijaba en mis pechos como mujer. No, no podía ser. Me subí la chaqueta. ¡Vamos a casa! Lo agarré de su camiseta de Bob Esponja y lo empujé hasta el coche. Al entrar tiré el móvil a la calle y arranqué. Él protestaba, parecía un crio de diez años. ¡Cállate! le miré fijamente. Él me miró a mí y detuvo su miraba en mis labios. Al arrancar rocé su mano sin querer. Su forma de mirarme era diferente, eso hacía que lo viese yo de otra manera. ¿Me habría contagiado con el virus de secondlife y acabaría liada con un familiar? No podía ser. Le aparté la mano que cada vez estaba más cerca de la mía. Su respiración era cada vez más agitada. Al cambiar de marcha le toqué la pierna y noté como su piel se rizaba contagiando a la mía. Todo el camino estuve en tensión. No lo hagas, no Yhesy, no lo hagas. Paré el coche de golpe. Nos miramos, los dos sabíamos que eso no estaba bien pero mis manos ya estaban en su muslo, mi boca ya estaba en la suya y mi coño ya buscaba su polla. Nos fundimos en un beso apasionado. Mami te va a educar. Lo mandé a mis pechos y él obedeció como buen niño. Mi niño.
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