¿ Y tú, qué quieres?
Estaba relajada en una chaise longue mirando como una esclava estaba siendo usada por su Ama. La chica estaba como una perra, con gag, su culo enrojecido estaba siendo follado por el tacón de su dueña. Yo disfrutaba del espectáculo. Había un chico al fondo que también estaba atento a la escena. Nuestras miradas se cruzaron, era atractivo y bebía un gintonic. El tacón de la mujer no dejaba de follarse a esa perra, pero nuestras miradas ya no podían apartarse. Nos daba igual la escena, la perra y el tacón. Le hice un gesto para que se acercase. Sonrió y se fue a la barra. ¿No viene? ¿cómo que no viene? Mis ojos lo buscaban entre la gente y lo encontraron. Venía con dos copas con mucho hielo, mientras se acercaba no dejaba mirarme. Me gusta, es atento. Me ofreció la copa y se sentó en un cojín a mi lado. Al coger la copa puse mi mano sobre la suya. Tenía las manos suaves, se las cuidaba. Estiré mi pierna y él se quedó mirando mis botas. Era un fetichista, se le notaban las ganas de acercar su lengua y pasarla por todas ellas.
Haciendo como que se me caía la bebida vertí un poco sobre el muslo, el líquido se deslizaba por mis botas y él no apartaba la vista. Sonreí, ya había caído. ¿Quieres limpiarlas? Él asintió pero parecía educado y no se lanzó hacia ellas como algunos perros sin adiestrar hacen. Eché un poco más sobre el cuero y le hice un gesto de aprobación. Él puso sus manos en mis piernas y acercó su lengua despacio. Le di una bofetón fuerte. Te dejo lamer guapo, no tocar. Él apartó las manos sin apartar su lengua de mis botas. Me las dejó limpias, aunque se estaba empezando a recrear. Ya está bien. Él se quedó quieto, estuvo un rato mirando mis botas, mirando mis piernas, mirándome a mí. Su polla estaba ya dura. Solo de lamerme las botas se había puesto cachondo perdido. Lo miré a los ojos seria. Dime ¿y tú, qué quieres? No supo que contestar. ¿No sabes lo que quieres? Entonces yo diré lo que tu quieres, ¿entendido?
Y lo entendió.
Comentarios
Publicar un comentario