Me obedeces
Y otro día viniste a mi lado, no me hizo falta estirar de la cadena, venías solo. Te arrodillaste ante mí y mis piernas sintieron tu abrazo. Hundí mis dedos en tu cabello y lo acaricié mientras besabas el látex de mis botas. Estiré de tus cabellos ¡lame! y lamiste. Tu lengua empezó a recorrer esas botas interminables dejando tus babas sobre ellas. Podías ver mi flujo a través del encaje transparente de mis bragas, eso te ponía más cerdo y lamías con más ganas. Cada vez que veo esa cara de vicio, me enciendo. Te aparté de ellas y te pisé. Tu protestabas y te agarrabas a mí, no querías apartar tu lengua de mis botas. Mi tacón se clavó en tu espalda, tratabas de alzarte ¿dónde vas puta?. Te pisé la cabeza, no vas a ninguna parte. Seguías agarrado a mí mientras me apoyaba en tu cabeza. Estarás donde yo quiera que estés. Te pisé con fuerza hasta que bajaste tu cabeza al suelo. Me agaché y te puse el coño sobre tu cara ¡huele!. El olor de mi coño te inundó. Abriste la boca con intención de lamer. No, tu no vas a lamer todavía. Entra. Te abrí una jaula y entraste.
Sonreí mientras cerraba la puerta. Me obedeces y me pones, te dije mientras cerraba el candado. Te quedaste ahí quieto mientras yo me sentaba en la cama y me quitaba las bragas. Te mostré mi coño antes de abrirle la puerta a un chico fuerte que me había cruzado en el supermercado. Es mi puta, ignórala. Me senté encima del chico y me empecé a meter su polla mientras tu mirabas. Pedías poder tocarte. Te ignoraba. El chico tenía una buena polla pero no sabía usarla. Lo até y me lo follé mirándote a los ojos y gimiendo. El chico se corrió en mí y su semen me chorreaba por las piernas. Lo dejé atado mientras iba hacía mi putita. Mira que tengo para ti, señalé mis muslos llenos de fluidos. La polla se te puso mucho más dura. Te abrí la jaula y saliste directo a lamerme el coño lleno de lefa de otro. Estabas como una verdadera perra en celo. Lamías con devoción sin dejar ni un hueco libre del paso de tu lengua. Me puso a mil verte así, lo sabes. El chico miraba y su polla se volvía a poner dura mientras me comías el coño. Estaba atado y no podía moverse. Los ruiditos que hacía tu boca al chupar lo llenaban todo. Me acabé corriendo en tu boca porque para eso eres mi puta.
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