Nuevo trabajo
Me había quedado sin dinero después de gastar y gastar en ropa, complementos, peluquería, maquillajes. Ser una fashion victim es muy costoso. Tenía que pagar demasiadas facturas y no podía con todo o me tenía que ir de casa o dejar el club. Los proveedores me acosaban y no sabía que hacer. Igual debería robar un banco, secuestrar a un rico, subastar a mi puta, algo tenía que hacer. La había intentado poner a trabajar de puta pero nadie pagaba por ella, era demasiado masculino. Quizás debía convertirla en mujer, pero para eso hacía falta dinero. No sabía que hacer. Me puse a hablar con una amiga de mis problemas económicos y me di cuenta que había un hombre escuchando en la barra. Al rato se acercó y me dijo que tenía un trabajo que ofrecerme. Eso captó mi atención, pero enseguida comentó que debíamos ir a un lugar tranquilo a hablar. Si es de puta ya te digo que no, pero tengo una puta que está en paro. Se rió y me pidió que lo acompañara. Como no me fiaba cogí un picahielos al salir del local, nunca se sabe si puede hacer falta.
Me comentó que sabía de mi pasado. Me quedé un poco descolocada, no sabía a que se refería. Me hizo el gesto de cortar el cuello. Me quiere matar, pensé. Saqué el picahielos y se lo puse en el cuello. El hombre me dijo que sabía de mi pasado como asesina y quería encargarme un trabajito. ¡Habla cerdo! le dije apretando el picahielos en su cuello. Te pagaré mucho, solo tienes que irte a Japón, te pagaré el viaje y acabar con la persona del papel. Negociamos el precio y me dio un adelanto bastante convincente. Solo con el adelanto tenia para pagar todos mis caprichos los siguientes años. Lo acepté y me fui al país del sol naciente sola. Me pagaron un hotel donde cambiarme. Se ve que la victima era un friki de los videojuegos con predilección por las chicas rubias y los antros con chucherías y chicas en pelotas. Los primeros días estuve observando al gordo friki japonés, era fácil no se movía mucho. Descubrí donde iba casi todas las tardes a jugar, era un antro donde había japonesas desnudas, máquinas de chucherías y un grupo de frikis jugando a videojuegos mientras las chicas les sirven sus chucherías. El tipo se dedicaba a tocarles el culo a las chicas y a jugar ¡no se pajeaba siquiera!. Los japoneses son muy raros, pensé. Puse con disimulo unos micros para espiar lo que pasaba en ese tugurio.
Subí a ese antro armada con una cuchilla en forma de estrella. Me puse un parche en un ojo para poder apuntar mejor cuando lanzase mi cuchilla contra el cerdo japonés y de paso camuflarme un poco. Me acerqué al objetivo y moví mi culo, la minifalda era tan corta que dejaba ver mis braguitas. Me incliné un poco para que las viese. Se le puso dura de mirarme. Antes de que el cerdo echase mano a mi culo atrapé su mano, había picado. ¡Eso no se hace! le dije en inglés. El chico se contrarió y le eché las chuches encima. Me gritó algo que no entendí. Había mucha gente así que tenía que ir con cuidado. Las chicas iban casi desnudas y estaban buenísimas. Me acerqué a una y le acaricié el muslo. No le pareció mal y se dejaba acariciar cada vez que nos encontrábamos. Ninguno de esos frikis se iba a casa y ya era hora de dar un impulso a este trabajo. Cuanto más rato me quedase más fácil de reconocer sería. Apagué las luces y lancé la cuchilla sobre el gordo japonés, fui corriendo y se la arranqué del cuello. No me había visto nadie, me la puse en la boca y salté por la ventana. Al caer escuché un crack, se me había roto un tacón. Empecé a escuchar por los cascos que ya habían descubierto el cuerpo, era hora de huir. Me quité las botas y salí corriendo de allí. Creo que he descubierto mi verdadera vocación.
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