Si te pones a pensar, malo
Como es bueno salir a despejarse, me fui a pasear por un parque. Fui sola no quería ni perros, ni perras, ni nadie a mi alrededor. Hay veces que debemos hacer un poco de introspección. ¿Estaba llevando la vida que quería? ¿me estaba volviendo buena persona? ¿por qué hacía tiempo que no mataba a nadie? ¿estaría caminando a la luz y dejando el lado oscuro?... Estaba metida en mis pensamientos, recibiendo el sol en la cara cuando se chocó conmigo un runner porque iba despistado mirando su reloj inteligente. Estaba todo sudado, la piel no la tenía muy dorada por el sol, pero tenía unos músculos bastante definidos. La gorra no dejaba ver bien sus ojos, pero los labios eran carnosos, apetecibles. Le increpé, se disculpó. La gente es que no mira por donde va, van a ciegas por la vida, cegados por su propio mundo.
Le pisé, queriendo claro, pero me hice la tonta y me disculpé. El chico me miró las tetas, le pregunté si le gustaban. Dudó en responder, pero dijo que sí. Le pregunté si quería tocarlas, me gusta provocar ya sabéis. Dijo que sí, creo que en este punto él ya pensaba que había encontrado a una loca. Le di un bofetón para confirmárselo, sí estaba loca. No, no puedes tocarme las tetas, cerdo. Él quería correr, las piernas no le iban porque puse mi mano en su entrepierna agarrándole la polla. Se le iba endureciendo por momentos. ¡Ven! tiré de él sin soltarle la polla y me lo llevé detrás de unos arbustos. El runner tenía la polla durísima cuando llegamos, le quité la camiseta, los pantalones. Le mordí esa boca carnosa, la gorra la lancé lejos pudiendo por fin ver sus ojos grises que se clavaban en mí. ¡Arrodíllate! le empujé al suelo y el runner se arrodilló.
Cogí unas ramas y le quité el exceso de hojas mirándole fijamente a los ojos y sin decir nada. Él estaba desnudo, arrodillado, detrás de unos arbustos, con la polla como una piedra y mirando a una rubia loca pelar unas ramas. Doblé las ramas comprobando su flexibilidad, me quedé como la que iba mejor. Ya tenía fusta, miré al chico con la polla durísima y le di en la cara con la rama. No le di fuerte, pero se le quedó roja. El rojo me excita, acaricié su piel hasta su espalda. Le di de nuevo con la rama. No le decía nada, solo le azotaba con ella. A cada golpe mi coño se iba mojando más. La espalda y el culo se le pusieron rojos, muy rojos. Me puse de cuclillas y le pasé la lengua por el rojo de su culo y su espalda. La verdad, estaba cachonda perdida. Acaricie su polla con la rama suavemente, él casi se corre ahí mismo. Le di de nuevo en la cara y le comí la boca, esos labios carnosos que me llamaban. La rama rozaba su polla y él gemía. Le di entre los muslos con la rama, su color enrojecía rápido y a cada gruñido de protesta yo me encendía más. Tuve un orgasmo sin tocarme, solo de verle ahí en mitad del parque, enrojecido, aguantando mis golpes y gimiendo como un cerdo.
Había ido allí a pensar y había acabado dando fustazos a un runner. Le di su ropa y le pedí su número para próximas veces. aguantaba bien los fustazos y tenía unos labios preciosos. Quizás otro día practique bondage con él. Mientras se vestía me lo imaginaba atado a un arbol, ya me estaba encendiendo de nuevo. Yhesy, si te pones a pensar malo.
Le pisé, queriendo claro, pero me hice la tonta y me disculpé. El chico me miró las tetas, le pregunté si le gustaban. Dudó en responder, pero dijo que sí. Le pregunté si quería tocarlas, me gusta provocar ya sabéis. Dijo que sí, creo que en este punto él ya pensaba que había encontrado a una loca. Le di un bofetón para confirmárselo, sí estaba loca. No, no puedes tocarme las tetas, cerdo. Él quería correr, las piernas no le iban porque puse mi mano en su entrepierna agarrándole la polla. Se le iba endureciendo por momentos. ¡Ven! tiré de él sin soltarle la polla y me lo llevé detrás de unos arbustos. El runner tenía la polla durísima cuando llegamos, le quité la camiseta, los pantalones. Le mordí esa boca carnosa, la gorra la lancé lejos pudiendo por fin ver sus ojos grises que se clavaban en mí. ¡Arrodíllate! le empujé al suelo y el runner se arrodilló.
Cogí unas ramas y le quité el exceso de hojas mirándole fijamente a los ojos y sin decir nada. Él estaba desnudo, arrodillado, detrás de unos arbustos, con la polla como una piedra y mirando a una rubia loca pelar unas ramas. Doblé las ramas comprobando su flexibilidad, me quedé como la que iba mejor. Ya tenía fusta, miré al chico con la polla durísima y le di en la cara con la rama. No le di fuerte, pero se le quedó roja. El rojo me excita, acaricié su piel hasta su espalda. Le di de nuevo con la rama. No le decía nada, solo le azotaba con ella. A cada golpe mi coño se iba mojando más. La espalda y el culo se le pusieron rojos, muy rojos. Me puse de cuclillas y le pasé la lengua por el rojo de su culo y su espalda. La verdad, estaba cachonda perdida. Acaricie su polla con la rama suavemente, él casi se corre ahí mismo. Le di de nuevo en la cara y le comí la boca, esos labios carnosos que me llamaban. La rama rozaba su polla y él gemía. Le di entre los muslos con la rama, su color enrojecía rápido y a cada gruñido de protesta yo me encendía más. Tuve un orgasmo sin tocarme, solo de verle ahí en mitad del parque, enrojecido, aguantando mis golpes y gimiendo como un cerdo.
Había ido allí a pensar y había acabado dando fustazos a un runner. Le di su ropa y le pedí su número para próximas veces. aguantaba bien los fustazos y tenía unos labios preciosos. Quizás otro día practique bondage con él. Mientras se vestía me lo imaginaba atado a un arbol, ya me estaba encendiendo de nuevo. Yhesy, si te pones a pensar malo.
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