Citas nocturnas

Las vacaciones en el Caribe no duraron mucho,  resulta que un huésped nos había visto por la ventana y había llamado a recepción para quejarse. La gente está muy amargada y no disfruta de la vida, ni deja disfrutar a los demás, así que nos tocó volver a casa. Unos amigos daban una cena en su casa, me invitaron pero como no podíamos ser mucha gente, fui sola. Habían invitado también a otros amigos suyos a los que no conocía. Uno de ellos parecía un chico muy agradable, buena conversación, gracioso, buenos músculos, Yhesy esta noche follas con este moreno, me dije. Estábamos de tonteo cuando llamaron al timbre, era su mujer que estaba invitada a la cena. Vaya, que contratiempo, ya se me había complicado el plan. Empezamos a cenar y ella era bastante simpática, pero poco a poco noté como se iba poniendo a la defensiva conmigo. Su marido no dejaba de mirarme ni un momento, me miraba las piernas, me miraba el pecho, los labios, parecía hipnotizado. 

Traté de ser amable con su mujer cada vez era más antipática y borde. Nena, no sabes donde te estás metiendo pensé mientras la miraba. Tenía a su marido sentado a uno de mis lados en la mesa, cuando veía que iba a dar un bocado a su comida, le tocaba la pierna. Él se ponía nervioso y su polla también. Mi mano inspeccionaba su entrepierna entre bocado y bocado. Cuando veía que iba a beber, le echaba mano a su polla y la apretaba. Me gustaba ver como escupía la bebida sobre la mesa. Su mujer no se enteraba de nada y es que no era consciente del cerdo que tenía de marido y de lo dura que se le ponía la polla cuando una extraña le echaba mano al paquete. Estaba la mar de entretenida y él la mar de empalmado, si se levantaba todo verían la tienda de campaña que se le formaba en la entrepierna. Desde la terraza de mis amigos de veía un motel, era perfecto. Me metí en el baño y le escribí una nota al chico "sal con cualquier excusa y ve al motel de enfrente" le apunté mi número para que me diese el número de habitación. Me acerqué a él con disimulo y se lo metí en en el pantalón y le susurré que lo leyera. Se ve que lo leyó, a la que me di cuenta ya había salido por la puerta. Su mujer lo disculpa y decía que el pobre trabajaba mucho. Yo sonreía. 

Al recibir su número de habitación llamé al infiel y le dije que se desnudase y que me esperase con la polla atada con un lacito rosa, lista para regalo. Le dejé claro que si no había lacito rosa yo me iba de allí. Con disimulo me fui al hotel, el infiel estaba con un lacito en la polla. Se ve que tenía ganas de follar. Le apreté con fuerza el lazo de la polla mientras lo miraba a los ojos. No creerás de verdad que vas a usar esto ¿no? . Le hice arrodillarse, él se tiró a mis piernas para besarlas. No, no es esto lo quiero lamas. Le enseñé mi pie y se lanzó a el apoyando las manos en el suelo. Le pisé los dedos con fuerza mientras no dejaba de mirarle. Tu mujer no sabe la clase de cerdo que tiene, pero si quieres se lo contamos. Me ponía a mil ver el miedo en sus ojos. Le hice una foto con el móvil. ¿Se lo cuento o no se lo cuento?... ¡dime cerdo! Él suplicaba que no mientras yo le pisaba los dedos de las manos con mi tacón. Él estaba muerto de miedo y cachondísimo. ¡Anda, ven y cómeme el coño! Tiré de él, de su pelo y lo acerqué a mi coño, él metía su lengua en mi vagina dando lengüetazos tragándose mi flujo. Me corrí mirando al techo, aparté al cerdo pasando sobre él y me asomé a la ventana a fumarme un cigarro, desde allí se veía la terraza de mis amigos, vi una mujer mirando y la saludé con la mano. ¡Mira cerdo, sal y saluda a tu mujer!

 

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