Tres mejor que dos


No siempre salen los planes como esperabas, a veces salen mejor. Era una noche normal, tirando a tranquila. Estábamos tomando unas copas en Akelarre, no había mucha gente por lo que sacamos la ginebra de la buena. Vino un chico nuevo, decía que era bailarín y que buscaba trabajo. Me quedé mirando el cuerpo del muchacho y la verdad no estaba nada mal. Aquí no damos trabajo, pero si quieres puedes servirnos gratis, señalé a mi puta que estaba a mis pies con una faldita rosa y la polla dura. El chico se rió. ¿Te hace gracia verle con falda, que está a mis pies o que la tiene dura? Dime, ¿de qué te ríes? el supuesto bailarín no dijo nada y agachó la cabeza.

Salma llamó al chico mientras colocaba la jaulita en la polla de su esclava. Él se acercó mirando la polla de la esclava, una pollita pequeña y ridícula.  Miró al chico de arriba a abajo y le pidió que se desnudase  para ver si podía servirnos de algo. El chico dijo que no se desnudaba delante de todos que le daba vergüenza. Nos reímos. ¿Has venido hasta aquí a pedir trabajo y tienes vergüenza? ¿No has mirado a tu alrededor? señalé a las chicas desnudas bailando en una barra, ambas se rozaban, se lamían y se tocaban mientras movían sus cuerpos a petición de sus Amos. Si quieres irte estás a tiempo, me levanté y empecé a quitarle la camisa para ver bien sus pectorales. Salma se levantó y pasó por encima de la esclava y se puso a bajarle los pantalones. El chico tenía una buena polla que enseguida se le puso dura. Nos miramos las dos y nos reímos, ya habíamos encontrado un juguete nuevo para esa noche.

Lo agarré de la polla y lo llevamos a un cuarto,  el bailarín nos iba a mostrar si era cierto que sabía bailar. Iba demasiado desnudo así que le pusimos un arnés en el pecho. Mientras Salma se lo apretaba bien yo le vendé los ojos. El muchacho respiraba fuerte por la excitación, lo empujamos a la cama, Salma y yo nos íbamos desnudando mientras nos íbamos comiendo la boca la una y la otra. El bailarín pedía poder mirar, no le hacíamos ni caso. Le fuimos echando la ropa encima, me tumbé y lo rodeé con mis piernas mientras Salma empezó a lamer la punta de su polla, la babeaba, la lamía, se la metía en la boca, la succionaba, el chico se volvía loco. Mi coño empezó a mojarse mientras ella me lo acariciaba. El chico ya no podía ni hablar, estaba tan cachondo que solo gemía mientras ella se la comía. Me encantaba verlo tan cachondo, no sabía lo que se le venía encima. Lo atamos de manos y pies, Salma empezó a ponerle pinzas en los huevos, poco a  poco, el bailarín gritaba. Si sigues gritando te pondré unas en la lengua, le dijo ella. 

Acerqué mi lengua a sus pezones y se los lamí antes de morderlos. ¡Ahora cállate! Lo dejamos atado, con los ojos tapados mientras nosotras terminamos de desnudarnos, me lancé al coño de ella y pasé mi lengua por él, le mordisqué el clítoris, mientras mis manos apretaban sus pechos, ella gemía y el chico enloquecía. Cuando se corrió en mi boca la besé, ella fue bajando con su lengua por todo mi cuerpo desnudo hasta mi coño, me lo comió mientras el bailarín suplicaba poder vernos. La verdad, es que yo exageraba más mis gemidos, sabía que el pobre infeliz estaba loco por vernos. Cuando me corrí en su boca fuimos hasta él y le escupió  en la boca para que pudiese saborear mi coño. El muy cerdo se relamía y su polla no bajaba. Suplicaba que le quitásemos las pinzas, que le quitásemos la venda, estaba muy pesado. Mandamos a la esclava de la minipolla y a mi puta para lamerle la polla antes de quitarle las pinzas. Y es que tres es mejor que dos y cinco mejor que tres.



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