El trono es mío

 

Estábamos escondidos entre matorrales, la noche nos cubría con su manto y solamente se escuchaba nuestra respiración y el galopar de los caballos que se alejaban. No eramos muchos, unos diez conté a simple vista. El hombre que estaba a mi lado era grande y le costaba mantenerse agachado sin caerse. No podíamos hablar, nos estaban buscando. Alguien nos había delatado, alguien cercano, quizás uno de los diez. Llevaba unos días entre ellos, al principio estaba desorientada como siempre que viajaba a otras realidades. Pero esta vez era diferente, esta vez me sentía vinculada con la realidad que vivía, no era una simple espectadora, ni sentía que vivía una vida que no era la mía. Yo era parte de esa hermandad secreta aunque tenía mis propios planes y sabía que hacer para cumplirlos. 

Cuando dejaron de escucharse caballos nos alejamos. Pronto amanecía y debíamos llegar al castillo antes de que avisaran de nuestra presencia. Nos separamos y cada uno de nosotros sabía que hacer. El hombre grande y yo éramos guardias reales. Estábamos bien posicionados pero corríamos más peligro que los demás. Volvimos a palacio a cumplir nuestro turno, era un día normal, las típicas audiencias, el paseo a caballo del rey, la visita a  algún que otro prostíbulo por parte del príncipe. Todo estaba listo, había que acabar con ellos y el plan no se podía parar. Me acerqué al rey después de que se hubiese acabado la audiencia, era un borracho maleducado al que había que obedecer. Le informé que había que irse, lo estaba esperando  su consejo. El rey, no dejaba de beber vino y empezó a tratar de ligar conmigo, Suspiré, no te dejes llevar, cíñete al plan. Su hijo, no era mejor, un putero, pervertido, cualidades que suelen gustarme pero que en este caso odiaba ya que el muy cretino gastaba dinero en tonterías mientras su gente moría de hambre. Justo en ese momento éramos tres en la sala, un guardia recién salido de la academia, el rey y yo.

Oí un silbido, estaba hecho, el príncipe había muerto, nuestro plan ya había empezado. Sin dudar ni un segundo me acerqué al guardia y le corté la cabeza con mi espada. El rey desenfundó la suya tratando de defenderse. Pobre desgraciado, estás demasiado borracho como para levantarla. Me acerqué despacio pero decidida. Mi parche me daba una lectura exacta de su distancia y su velocidad de ataque. No me costó mucho. Mis ojos se clavaron en los suyos y después de esquivar varias estocadas atravesé con el filo de mi espada su pecho. La dejé ahí hundida unos segundos mirando como se le iba la vida, tanto dinero, tanto poder, para nada. No dejaba de ser un simple mortal al que el acero daña igual que a todos. Lo dejé ahí tirado en los escalones que tantas veces había subido para sentarse en su trono. Ese trono símbolo de poder estaba vacío. Entró mi compañero de hermandad a buscarme. El camino estaba despejado, era el momento de reclamar el trono para la hermandad aunque yo tenía mis propios planes. Lo miré y sonreí. Él me devolvió la sonrisa aunque se le notaba que no entendía muy bien porqué yo sonreía. Cuando se giró alcé mi espada y lo decapité con ella. Su cabeza rodó por ese salón enorme del trono. El trono es mío.


 Parche: [Wicca's Originals] - Kingsford Eyepatch

Vestido:  [* SK *] Xaouyun Fatpack - @ W <3 Role-Play

Pose: [A-mesh] Victory

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