Visita al museo

Cuando voy de viaje me gusta hacerme un planning de lo que voy a visitar con bastante antelación. Soy de esas personas que busca información sobre monumentos, espectáculos, restaurantes, exposiciones, me gusta llevarlo todo controlado. ¡Uy! ¿control? sí, me gusta el control ¿raro, verdad? Pues eso, había organizado un viaje para el fin de semana y quería ir a ver un musical, ver dos exposiciones y comer en unos cuantos restaurantes que recomendaban en varias guías y follar, follar mucho a mi puta, que para eso la tengo. Me desvío del tema, no vayáis a pensar que tengo mi vida organizada al milímetro, aunque me guste saber los lugares a los que quiero ir, no soy de llevar horarios estrictos y me gusta organizarme según me apetezca y me vaya conviniendo en cada momento. 

Cuando llegamos fuimos a dar un paseo por la ciudad y a ver unos cuantos monumentos, dio la casualidad que varios sitios estaban cerrados y nos sobraba mucho tiempo. Nos sentamos en un parque para ver a la gente pasar, cosa que me gusta mucho porque de la observación se aprende mucho. Y bueno, también para que mi puta me hiciese un masaje en los pies, que llevar taconazos cansa mucho. Mientras acariciaba mis pies desnudos me fijé que detrás de mi putita había un edificio enorme, de estilo neoclásico y con bastante trasiego en la puerta. Miré y era una casa museo, no estaba en mi lista de favoritos, la había desechado por falta de tiempo pero ya que estábamos allí, nada se perdía por entrar. Me puse mis tacones de nuevo y estiré de la correa de mi puta. Como era habitual la gente nos miraba y algunos hasta nos decían cosas. En la puerta nos dijeron que no podía entrar con mi puta agarrada de la polla, que tenía que soltarla, ya empezamos mal.  El chico nos dijo que con la entrada teníamos visita guiada y que teníamos que esperar unos minutos hasta que iniciase la nuestra. Solté a mi puta y nos esperamos en un gran recibidor.

Llegó una chica más bajita que yo, con gafas y con un culo enorme pero respingón, era nuestra guía. La chica miró a mi puta y sonrió. Se ve que le hacía gracia verlo con tan poca ropa. Me acerqué a mi puta y le agarré su polla mirando a la chica. Ella se sonrojó y nos empezó a explicar cosas del edificio.  Mientras recorríamos con ella los grandes salones de ese museo yo miraba ese enorme culo que me apetecía apretar. Ella nos iba explicando las esculturas, los cuadros, el mobiliario,... mi puta aprovechaba que no podía ponerle el gag y contaba algún chiste malo. A la chica le hacían gracia sus chistes y se reía pero no se atrevía a mirar hacía él porque le daba apuro verle la polla que medio le asomaba por debajo de la falda. Llegamos a unos salones preciosos, blancos, la luz entraba por la ventana. Me quedé mirando a la chica fijamente. Ella nos estaba explicando quienes habían dormido aquí y yo no le estaba prestando atención. ¿Por qué no miras a mi puta? ¿No te gusta su polla? ella se ruborizó. Estoy segura de que si te gusta su polla, de hecho sé que si te la pusiera delante, se la chuparías ¿verdad? No dijo nada. Mi puta movió un poco sus caderas balanceando su polla. ¿Ves? mi puta es una cerda. Le agarré de la polla y la arrastré donde estaba la chica. ¡Tócasela! lo estás deseando. La chica me miró a los ojos y yo le agarré su mano y la puse en la polla de mi puta. Ella empezó a acariciar el glande despacio, como con cierta vergüenza.

¿Ves? si lo estás disfrutando y mi puta más. Puse mis manos en el enorme culo de la chica y empecé a apretarlo. Mis dedos se hundían en su carne flácida. Podía notar esa grasa entre mis manos, me excitaba. Subí su falda y le di unos azotes en ese enorme culo. La chica estaba excitada pero no dejaba de mirar a los lados a ver si venía alguien. Le di un bofetón y la amorré a los huevos de mi puta. ¡Chúpale solo los huevos! si te portas bien te dejaré chuparle otra cosa. La chica se metió sus huevos en la boca mientras se dejaba azotar por mí. Ese culazo me estaba volviendo loca. Metí mis dedos por su ano y lo empecé a explorar. Ella gemía con los huevos de mi puta dentro de la boca, mi puta gemía y me miraba a los ojos suplicando que le dejase comerle la polla. Mis dedos entraban y salían de ese culo entre azote y azote. Buena chica, ¡lame el glande!, lo lamió con verdadera ansia. Mi puta movía las caderas para ver si podía meterle algo más de polla en la boca. La chica abrió la boca y dejó que entrase la mitad de su polla dentro. ¡No seas cerda! Le di un tirón fuerte de pelo y la aparté de esa polla. Mi puta se quedó mirando suplicante y la chica se quedó con su boca babeando. Si digo la punta, es la punta. Azoté el culazo hasta que estaba totalmente enrojecido. Ella suplicaba, pero su coño no dejaba de chorrear flujo. Agarré la polla de mi puta que estaba durísima y se la pasé por la cara. Ya hemos acabado nuestra visita en el museo. Le di un tirón a mi puta y me lo llevé de allí, era hora que lamiese mis flujos con tranquilidad.  

 

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