Vas a comprar unas cosas
Me acariciabas los pies suavemente mientras yo hacia zapping tumbada en el sofá. Te acercabas de vez en cuando y me los besabas subiendo tus manos por mis piernas. Tratabas de explorar mis muslos pero cuando te miraba retrocedías y volvías a mis pies. Yo no veía nada que me gustase hasta que apareció Cenicienta. Te miré y te imaginé con tu tiara, tu vestido de encaje, tus zapatos de cristal, o sin ellos, eso daba igual. Aparté mis pies de tu mano y te mandé salir a comprar. Quiero que compres un vestido de encaje blanco, unas braguitas blancas y una tiara. Me miraste sorprendido. Hice una pausa mientras te tocaba la polla con mis pies, poco a poco crecía tu erección y mis ganas de verte de princesa, de princesa puta.
Te levantaste y te vestiste excitado. Me falta decirte una cosa, me acerqué a ti despacio. Quiero que te vistas en la tienda, quiero que pagues el vestido y te lo pongas ahí mismo, salgas a la calle y compres la tiara, te la pongas, vayas a una zapatería y salgas con los zapatos puestos. Vayas a una tienda de lencería y pagues unas braguitas de encaje y te las pongas. Quiero que cuando toques a mi puerta seas una princesa, una princesa puta. Te toqué la polla y la tenías súper dura. ¡Venga no tardes! Te di dos azotes de despedida y cerré la puerta.
No tardaste demasiado, cuando abrí la puerta estabas divino, con tu vestido tus zapatos, tu tiara, tus bragas de encaje que descubrí al meterte la mano bajo el vestido. Las bragas no te sujetaban bien los huevos y se salia la polla ligeramente, eso me volvía loca. ¡Muy bien putita! te arrodillaste porque en el suelo es donde mejor están las perras aunque vayan vestidas de princesas. Te miré y vi que te faltaba algo, fui a por algodón y te lo puse en el pecho. Uhmmm... ahora parece que tengas tetitas. Te di un par de guantazos en la cara, no sabes como me pones cuando giras la cara.
Me di la vuelta moviendo el culo cerca de tu cara. Te acercaste y lo besaste con tanta delicadeza que parecías un princesa de verdad y no mi puta. La delicadeza no te duró mucho y pronto empezaste a acariciarme los muslos mientras tratabas de meter tu lengua y llegar a la raja de mi culo. Estabas cada vez más cerdo y más salido. Me desabroché las tiras del body dejando mi precioso culo frente a tu boca. Te adentraste en él como si estuvieras bebiendo de una fuente en el desierto. Escuchar tus babas en mi culo, tu respiración, tus gemidos, hacían que mi coño cada vez se humedeciera más. Me giré y te vi tan guapo vestido de princesa, tan guapo pero con esa mirada de cerdo que me enloquece. Te miré fijamente y empecé a orinarte encima llenando tu vestido de princesa, tu pelo, tu braguitas de encaje, tu cara, todo estaba lleno de mi. Te marqué como a un perro. Porque tu cuerpo es mi territorio y aunque vayas de princesa eres mi puta.
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