Días campestres
Pasar unos días de tranquilidad viene bien a todo el mundo. Unos amigos me recomendaron una granja que admitían que animales de compañía. Allí me fui con Rocky a desconectar de todo. Eran una familia de granjeros que para sacar un dinero extra admitían unos pocos huéspedes de vez en cuando. Cuando llegamos nos recibió una chica muy pelirroja y nos enseñó la casa. Me llevó a mi habitación y me explicó los días en los que se hacía la colada. Como tenía ganas de verlo todo bajé corriendo y fui al establo. Rocky me seguía dando saltitos y olisqueando todo. Había algunos caballos, ponis y burros. El marido de la pelirroja vino y me estuvo enseñando como se les daba de comer. No puse demasiado interés ya que sus enormes brazos captaban toda mi atención.
Me dijo que mientras él iba a dar de comer a los cerdos me dejaba al cuidado de los caballos. Me encomendó ponerles agua limpia, una tarea sencilla. No me costó mucho realizarla y me sobró tiempo para hacer el tonto. Me puse a jugar con Rocky que se había subido en un banquito de madera y ladraba cuando me veía mover los brazos. Estaba yo en mis jueguecitos inocentes cuando alguien por detrás me silbó alabando mi trasero. Me giré y era un muchacho jovencito, seguramente el hijo de la pelirroja y el de los brazos fuertes. ¿No deberías estar en el cole? Es verano, dijo el adolescente insolente. ¿Y no tienes nada mejor que hacer que mirar culos? No, me dijo mientras se encendía un cigarro. ¿Tienes edad para fumar esto? me acerqué, le quité el cigarro de la boca y le di una calada mirándole a los ojos. Sí, soy mayor de edad. Me dijo mientras sacaba otro cigarro de un paquete. ¡No te creo! Le respondí echándole el humo a la cara. Él me enseñó su identificación y era cierto. Se la quité de las manos para analizarla, no me fiaba. Esto igual es falso. Le di con la identificación en la cara y se la metí al bolsillo.
El chico no era feo y ahora que sabía que tenía más años de los que me pensaba me despertaba cierto interés. Me volvió a mirar el culo con descaro. Lo agarré de la camisa y lo atraje a mí. El chico se quedó con su cuerpo pegado al mío, noté su polla en mi entrepierna, se estaba poniendo dura. Me senté en el banco de madera al lado de Rocky y le di un tirón al muchacho poniéndolo encima de mis piernas. Le bajé los pantalones y empecé a acariciar ese culo antes de golpearlo. Le di con mi mano unos cuantos azotes, él trataba de irse. ¡Eres un niño descarado! te voy a enseñar modales. Agarré una rama y empecé a azotar ese culo hasta que quedó totalmente enrojecido. Por una extraña razón ese muchacho insolente seguía con su enorme polla dura entre mis muslos. Me ponía cachonda golpearle y notar como su polla a pesar del dolor no bajaba. Rocé mis muslos contra su polla ligeramente y lo empujé al suelo. Mañana te enseñaré otra cosa si eres un niño bueno.
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