En terapia

 

Últimamente estaba teniendo una serie de pensamientos extraños, la sangre me atraía más de lo normal y buscaba cualquier ocasión para herir a mis victimas. Aunque lo que me tenía preocupada era que en mitad de un trabajo perdí el control y acabé descuartizando al objetivo. Debía volver a coger las riendas de mi vida y recobrar mi autocontrol. ¿Como iba a controlar a mi cerdito si no era capaz de controlarme yo misma?... Una amiga me habló de que iba a un psiquiatra, la estaba ayudando con sus distintas adicciones. Le pedí su número y llamé para una visita. Me atendió una secretaria con voz de señora mayor, quizás fuese hasta su madre. ¿Veis? otra cosa que me pasa es que me imagino historias con la gente que me cruzo, me imagino su vida y hasta sus perversiones, todo esto mucho trabajo para mi cerebro y acabo colapsada. 

La mujer me citó ese mismo día ya que había tenido una cancelación de un paciente. Me abrió la puerta la señora mayor con una sonrisa. La miré de arriba abajo y le di unos cachetes en la cara de agradecimiento. La mujer se puso a gritar y salió el psiquiatra, un hombre joven, moreno, con gafas y un traje que podría ser de su padre. Era bastante guapo a pesar de ese horrible estilo de vestir. Le sonreí y me acerqué a él para susurrarle que debía de tratar a su secretaria ya que estaba un poco desequilibrada. Él me pidió pasar a su consulta y me ofreció sentarme en un diván. Lo había visto en las pelis, la chica está contando sus traumas y el psiquiatra pervertido se le echa encima. ¿No querrás aprovecharte de mí? le dije mientras me tumbaba y ponía mis botas sobre la piel del mueble. Él se rió y dijo que no, quería que le contase que había pasado con su recepcionista. Le dije la verdad, que como vi que era agradable le di un premio de agradecimiento y ella había perdido los papeles. Me preguntó sobre el motivo de mi visita y me puse a contarle con pelos y señales todo. Él tomaba apuntes en una libreta de todo lo que yo contaba.

Nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando. Me fijé que me miraba el muslo cuando lo acariciaba, así que con disimulo me lo tocaba cada vez más. Retiré ligeramente mi cazadora,  se veía el pezón a través del encaje y él no podía apartar la vista. Sus notas cada vez eran más escasas y su atención se iba centrando en mi cuerpo. Me humedecí los labios y lo miré fijamente. Mientras me incorporaba para sentarme justo delante de él. Lo agarré por la corbata sin decir nada y lo atraje hacia mi de un estirón. Sus labios quedaron delante de los míos y sus gafas empezaron a empañarse por el calor de nuestra respiración. No le tocaba los labios con los míos, solamente los miraba a escasos centímetros mientras mi mano daba vueltas en su corbata acortándola más y más. ¿Seguro que no te quieres aprovechar de mí? le dije antes de sacar mi lengua y recorrer sus labios con ella. Él tenía la respiración muy agitada y su polla se levantaba bajo ese pantalón de tela fina. Lo tenía agarrado tan fuerte que casi le costaba respirar. Con mi otra mano busqué su polla y la agarré. ¡No te oigo! ¿te quieres aprovechar de mí? ¿si o no? él asintió y un gran SÍ salió de su boca. ¡Quiero follarte! me dijo mientras mis manos iban apretando la corbata de su cuello y su polla. Le escupí en la cara. Lo sabía, eres un puerco. Él asintió, diría cualquier cosa para que no soltase su polla. Bajé mi mano a sus huevos y los pellizqué. 

¡Estoy muy loca, doctor! Podría ahogarte ahora mismo. ¿Vas a curarme? le susurré al oído mientras le iba chupando la oreja. ¡Déjame follarte, por favor! empezó a decir el psiquiatra, parecía un niño pedigüeño así que tuve que darle varios  bofetones. Voy a hacer algo mejor que follarte, ¡voy a atarte! le dije mientras ataba sus manos a la silla con su corbata. Me senté encima de su polla y abrí su camisa rompiendo los botones. Su polla estaba tan dura que me la metí. Agarré sus pezones con mis uñas y los fui pellizcando cada vez más fuerte. A cada pellizco embestía de forma instintiva y me metía la polla más hondo. Quería arrancarle los pezones para que me clavara esa polla como una bestia. Nuestros gritos hicieron que entrase la vieja y nos pillara follando, lejos de enfriarme me puso más cachonda y me corrí mirando a la vieja y gimiendo de forma exagerada. El psiquiatra no puedo evitar correrse llenando mi coño de su lefa. Me acerqué a la mujer y le dije que me diese cita para la semana que viene, me había gustado ir a terapia.


 


Botas: [Wicca's Originals] - Skye Boot 

Muebles: [Xplicit] Therapy Set (diván, silla, planta, cuadros)

Mesita: [Xplicit] Therapy SideTable - @Shiny Shabby

 

 

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