La secretaria

 

 Como todos los días fui a la oficina, allí me esperaba en la puerta mi secretario. Era un chico guapetón, de hombros anchos, bíceps definidos y gran verborrea. Cuando él entraba me lo imaginaba con un vestido apretado, gafas rosas y los labios pintados. Y es que no tengo remedio, me gustan los hombres con faldas. Me excita ver sus penes colgando entre unas medias de rejilla, verles contonearse en unos altos tacones mientras tratan de no perder el equilibrio. Lo cierto es que tener unos gustos tan particulares me hace fantasear con verlos vestidos de rosa. Y sí, en mis fantasías todos ganan, están mucho más guapos, mucho más sugerentes. Bueno, que me desvío. Ese día mi secretario llevaba unos pantalones que le marcaban el culo y cada vez que entraba y salía yo no podía evitar mirarlo. Cuando lo llamé para que tomase unas notas lo miré  a los ojos y le dije que se acercase. Desabroché mi chaqueta y dejé ver que no llevaba nada abajo. A él se le fueron los ojos directos a mis pechos. Pasé mi mano por el canalillo y me levanté. Él se puso nervioso. Caminé hacía él despacio y empecé a abrirle los botones de la camisa. Su respiración se agitó pero no se apartó de mí.

Quizás estaba siendo un poco acosadora, lo cierto es que me daba absolutamente igual. Lo desnudé ahí mismo y al bajarle los pantalones su polla apuntó hacia mi cara como si fuese una pistola. Estaba dura, se ve que al vicioso le excitaba que su jefa le acosara sexualmente. Agarré  su polla en mi mano para comprobar su volumen. Era gordita y no demasiado larga. Le golpeé en ella y el gritó como un niño. Me reí de oír esos grititos y fui hacia mi mesa. Abrí un cajón y saqué un vestido ajustado rosa. ¡Póntelo! se lo lancé a la cara. No tardó ni dos segundos en ponerse ese vestido, estaba cachondo y no pensaba con claridad. Me senté a ver como se lo vestía, estaba súper sexy.  Sin decir nada me acerqué a él y le puse mis gafas. Estaba tan atractivo con gafas que no pude resistirme a comerle la boca mientras le acariciaba la polla. Mi pintalabios dejó los suyos impregnados, sus labios parecían dos apetitosas cerezas. Saqué mi pintalabios y los repasé de nuevo. Él estaba ansioso por que volviera a poner mi mano en su polla, pero a mí me importaba más dejarle pintados unos labios de muñeca.

Me acerqué a su oído y se lo lamí mientras volvía a pasar mi mano por su polla. Lamer orejas me pone cachonda. Eres mi secretaría y yo soy tu jefa acosadora - le susurré al oído con voz suave mientras él gemía por sentir mi mano en su polla. Lo masturbé hasta que su polla estalló y se llenó entero de lefa mientras yo me reía. No solo llenó su cara y su ropa, mi mano quedó pegajosa. Levanté su vestido y me limpié en sus nalgas. Poco a poco fui metiendo mis dedos en su ano, él gemía como buena putita cachonda.  Se apoyó en mi escritorio mientras yo azotaba su culo con mi mano dejándolo enrojecido. Lo golpeé hasta que mis palmas quedaron doloridas. Abrí sus nalgas y metí de nuevo dos dedos por su ano mientras él restregaba su polla como una perra en celo contra mi escritorio. Cuando estaba a punto de correrse de nuevo paré. Ya está bien, demuestra lo perra que eres. Me quité el cinturón, bajé mis pantalones y mis bragas dejando mi coño al aire. Pasé el cinturón por su cuello mientras él me comía el coño como una buena perra. Apretaba ese cinturón en su cuello cada vez más fuerte, restringiendo cada vez más el aire que entraba en sus pulmones. Y me corrí, me corrí mientras tenía a mi puta secretaría entre mis muslos. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.


 

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Traje chaqueta: [erratic] wexler - suit / grey pinstripe

 


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